Maria del Carmen Ascensión Hernández Aguado, nació en 1944 en Tábara. Viviendo toda su vida en su ciudad de Zamora, menos un periodo corto de años en Soria, al conseguir la catedra de dibujo en el Instituto Castilla su esposo Ernesto Quero.
Título de Maestra de Primera Enseñanza en 1965
Licenciada Profesional de Piano en 1966
Licenciada en Bellas Artes en la Escuela Superior de San Fernando de Madrid en 1973
Beca por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander 1973
Tesis de Licenciatura en 1983
Profesora Titular de Didáctica de la Expresión Plástica de la Universidad de Salamanca, ejerciendo en la Esc. Universitaria de Zamora (1982-2010)
Realización de doce cursos relacionados con la profesión
Exposiciones Colectivas:
- "Figuraciones" 1991
- "Autorretratos" 1992
- "Femenino y Plurales" 2019
- "ZAS" 2020
Exposición individual:
- Espacio 36 2020
En mi mundo pictórico encuentro:
- Formas tranquilas en el sosiego de la sobriedad, llenas de la vena de belleza que emergen de todo objeto por el que el tiempo ha pasado.
- Formas que se expanden en la quietud compositiva y con voz del color de ensoñación.
- Plasticidad que como un espejo de vaho y tonos fríos empañan el lienzo de recuerdo.
- Huellas simbólicas incrustadas en la materia que reflejan las huellas conscientes coherentes del ser.
Pinto porque disfruto haciéndolo.
Busco, experimento, descubro... me produce dudas, inquietud, estancamiento, inseguridad y muchas alegrías.
Me esfuerzo para encontrar una solución ante la complejidad del arte y las infinitas posibilidades de hacer e intentando encontrar la correcta en cada una de las pinceladas.
Intento reflejar mi yo con el lenguaje definido en mi expresividad plástica, un mundo real y nuevo realizado con pinceles, que mi obra pueda crear ilusión y magia para los demás.
Es importante el tema que sea especial por el significado y el símbolo, la carga emotiva y las contradicciones intrínsecas, por transformaciones que ha ejercido el paso del tiempo, sugerencia afectiva de la realidad que el desgaste ha embellecido y brota de la caducidad como lo viejo lo humilde al servicio del hombre; temas que sean capaces de transmitir el sentir de las cosas.
Pintura figurativa acercándome al hiperrealismo; material preferido el óleo por su capacidad de empastar, apreciar la pincelada, poder dominar la textura, hacer veladuras, estarcir, imprimir, difuminar, rayar, insistir todas las veces que quiero, poder representar las huellas que el trabajo y el tiempo nos dejaron y acariciar la belleza de lo caducó, lo efímero que por su utilidad se ha hecho querer.
Pienso mucho en el equilibrio de la composición, durante el proceso utilizo tonos y manchas intermedias aproximándome poco a poco a los extremos claro-obscuro hasta la conclusión definitiva. Más que el dibujo, la luz, los volúmenes, las formas, los planos, los espacios, las perspectivas... es el color, la armonía de los colores lo que me preocupa y considero esencial, también el ritmo como la dirección de las pinceladas, la textura final del cuadro, las transparencias.
Insisto y me exijo hasta estar convencida de la bondad de la obra, me gusta la claridad, el misterio, la poesia, como yo las encuentro en la obra genial de Morandi, Matisse y Bonnard.
¿Qué busco en la pintura? Con depurado lenguaje captar la sutil esencia de las cosas, descubrir algo inefable, díficil de definir y que al contemplarlo produzca placer.
La pintura figurativa de Carmen crea mundos reales y nuevos con una novedad que es el espiritu del artista realizado con sus pinceles.
La realidad que refleja es una realidad emotiva que el paso del tiempo ha embellecido y que refleja un tipo de belleza que brota de la caducidad de las cosas, una belleza quizá efímera pero que tiene mucho de añoranza. La médula, pues, de la pintura de Carmen estriba en su capacidad de sugerencia tanto estética como afectiva. El poeta Virgilio dijo "sunt lácrimae rerum", que podemos traducir como que las cosas sienten. El sentimiento de y por las cosas es lo que refleja la pintura de Carmen, pintura plásticamente atinada.
Para lograr esta emoción en su pintura, Carmen a menudo echa mano de las cosas humildes, ahora arrumbadas y viejas, que dejaron su vida al servicio del hombre. Y son las barcas, las máscaras, las botellas, los juguetes, los aperos o las herramientas gastadas. En este sentido, la pintura de Carmen es un rescate plástico de las cosas humildes
Esta belleza que podemos definir como la belleza del desgaste del tiempo, no podría expresarse de cualquier manera y con cualquier técnica sino con una expresividad plástica que sea capaz de transmitir el sentir de las cosas.
Se la puede llamar hiperrealista, pero quizá mejor es llamarla expresiva o expresivista por seguir la jerga plástica. Es la que las sabias manos de Carmen consiguen, y lo hacen con un contraste muy justiciero: Si las cosas que pinta Carmen se han dejado la piel al servicio del hombre, ahora ella en sus cuadros acaricia la piel maltratada de las cosas reflejándola mediante un uso casi medicinal de sus pinceles que logran empastes, texturas, veladuras, imprimaciones, difuminos, rayas... que no son otra cosa que la huella que el trabajo y el tiempo dejaron en las cosas que pinta.
De este modo las cicatrices de las cosas se llenan de una belleza que es, como hemos dicho, la belleza de lo caduco, de lo efimero, pero al mismo tiempo de lo que, por ser útil, se ha hecho querer. Y los cuadros de Carmen expresan el justo cariño de la artista por las cosas humildes.
Pintura emotiva y sincera, pintura muy rica plásticamente. Pintura también que tiene una clara lección ascética. Quizá algún día alguien defina esta pintura como una pintura sutilmente religiosa, franciscana. Y acertará.
Ricardo López Serrano
Tiestos con plantas
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